Una de las grandes deficiencias
de la enseñanza de la lengua inglesa en el sistema educativo español es la
falta de práctica oral. La mayoría de los alumnos son capaces de completar
satisfactoriamente ejercicios escritos, pero cuando deben enfrentarse a los
orales son un mar de inseguridades lo que imposibilita una conversación fluida.
Hay
que romper con la típica idea de cómo plantear una clase o hacer un examen. Los
profesores no deberían preocuparse por conseguir excelentes escritores en
inglés sino excepcionales hablantes porque es lo que realmente les va a servir
cuando salgan al mundo real. Personalmente, no creo en los exámenes puntuales
que sólo sirven para crear nervios y coincido con aquellos docentes que se
preocupan más por motivar y reforzar a sus alumnos que con aquellos cuya única
meta es poner una nota numérica a base de pruebas pertenecientes a un sistema
anquilosado.
Crear
un ambiente relajado y ameno con ejercicios sencillos pero funcionales es una
gran propuesta. Además, no sólo están cómodos los alumnos sino también el
profesor porque se sale del método de enseñanza estereotipado y puede llegar a
convertirse en un figura clave que va más allá de ser un mero transmisor de conocimiento,
puede dar su seña de identidad. Ejercicios como el "back to back";
ponerse espalda con espalda con un compañero, cada uno tiene una fotografía,
por turnos y hacer trampas deben describirla y el otro dibujar lo que entiende.
Al final, se muestran las fotografías y los dibujos para cerciorarse no sólo
del grado de comprensión del compañero que dibuja sino también de habla del que
describe. De esta forma, no sólo se trabaja el speaking sino también el listening,
así como el trabajo en equipo y la pérdida gradual de la vergüenza a la hora de
hablar en público.
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